Festimad 02, crónica de una fiesta anunciada!

El Festimad se ha convertido en la fiesta organizada por excelencia de nuestra pobre comunidad autónoma, tan falta de festivales y de conciertos, de visitas de grandes grupos, de infraestructura al servicio de la música.

Estuvimos allí; comprobando las instalaciones; que el sonido salía bien por todos los canales, que el agua llegaba bien a la zona de acampada, que los bocadillos estaban apetitosos, que la gente se lo pasaba bien y que había muchas ganas de pasar la noche al aire libre en ese pequeño paraíso que es El Soto de Móstoles.


Foto: Casi de todo se podía comprar

Quisiéramos destacar cuatro conciertos: el de Faithless, el de Rammstein, el de Jamiroquai y el de Sôber. Y de entre estos cuatro, destacar a su vez la actuación de los españoles: Sôber está subiendo como la espuma en un panorama nacional asolado por la piratería y la estulticia de las disqueras, pero no como esa espuma de mentira que sube en dos días gracias a las compañías de discos, sino como una espuma viva que lucha y se alimenta y no da un paso atrás, porque tiene consciencia de sí misma y sabe que está por encima y por debajo, por detrás y por delante, de lo bueno y de lo malo. Paradysso es su último disco, lleva por bandera el tema Diez años, con un video que no le hace mucha justicia, pero que cada vez que aparecía en las pantallas de televisión situadas a los lados del escenario principal, hacía cantar y saltar a todos los que estábamos por allí. Estuvieron muy bien en escena y, aunque su llegada a la parrilla del Festimad fue en el último momento y en sustitución de Alien Ant Farm, los cuatro hombres de Sôber brillaron con luz propia y fueron de lo mejorcito que pudimos ver.


Foto: Actuación Rammstein, Festimad 02

En cuanto a los espectaculares Rammstein y Jamiroquai, cabezas de cartel por separado, para dos tipos distintos de oído y de forma de entender la música, decir que nos quedamos más que satisfechos. Los primeros, porque su puesta en escena es impresionante y siempre sorprendente, con una potencia inusualmente controlada, sujeta al servicio de la letra. Los segundos, porque su música es sencillamente pura en su estilo, con un bajista virtuoso, una guitarra versátil, una base rítmica que te levanta del suelo y te pone a bailar, un coro de chicas negras preciosas como sus voces y un cantante que te transmite electricidad de la buena y lo hace todo en el escenario (hasta compartir con los fotógrafos el humo de un cigarrito liado para la ocasión ).


Foto: El público muy animado 

Rammstein nos chamuscó de miedo con su lanzallamas y sus vestimentas paramilitares (el teclista creo que era de la sección científica y había algún que otro vampiro escondido). Jay Kay y sus virtuosos del ritmo nos energizaron y nos cargaron de optimismo (estuvieron muy cercanos al público en todo momento) y también nos hicieron bailar al tres por cuatro del Bello Danubio Azul, de Johann Strauss.

Sôber nos dio aliento para seguir creyendo en el rock en castellano. Y Faithless, del que nos quedaba por hablar, cumplió muy bien con su cometido de telonear a los Jamiroquai, dejando el patio calentito, con ganas de bailar y de seguir disfrutando de la velada; tuvieron un momento delicioso de balada, al igual que los Rammstein, en días distintos y con sensaciones distintas. El sonido estuvo a la altura de los grupos. Todo se oía por separado, podías seguir al bajista o aislar las primeras cuerdas de la guitarra si querías, quedarte con el colchón de fondo del teclado o ensimismarte con los coros y la percusión. La voz se distinguía perfectamente bien en ambos escenarios y la batería siempre estuvo bien ecualizada para cada banda.


Foto: Fans de Rosa, si no los viste es que no estuviste en Festimad 02

En fin, un lujo de sonido en directo, en el que también cabe algún que otro acople (pero es que así es el directo). Compartimos conversaciones en la acogedora zona de prensa y artistas (no nos gusta decir eso de vip), charlando y bebiendo cervecita o lo que se terciase. Hay que decir que los precios han estado lo suficientemente altos como para desistir en algún momento de pedir una última copa o comerte un perrito más, aunque lo que te hacía desistir de verdad era la tardanza de los camareros en algunas barras. Pero esto es ponerse un poco quisquillosos y la verdad es que todo estaba perfectamente montado y coordinado, y uno sólo tenía que preocuparse de ir a un escenario o a otro, de saludar a un amigo o a otro (con tanta gente, también era curioso encontrarse con alguien, pero era inevitable), y de disfrutar al máximo de lo que, cada año, se nos brinda a los amantes de la música en directo y de los festivales al aire libre, de la luna, del baile, de las reuniones de amigos de todas partes.

Muchas gracias, y hasta el año que viene.

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