Ir a Viñarrock es ir al desparrame, en el buen sentido. Desparrame de buena música, de buen humor, polvo, suciedad, bebida y demás, pero mola, y mucho. Es quizá el mejor y más auténtico festival de nuestro país. No defrauda nunca y cada año atrae a más amantes de la diversión y la buena música. La de 2005 ha sido la décima edición (año de El Quijote y año de La Mancha) y de nuevo han batido un récord de asistencia con 65.000 personas (¡*@$?!). A ver quién supera eso.