Crónica del Viñarock 05.

Ir a Viñarrock es ir al desparrame, en el buen sentido. Desparrame de buena música, de buen humor, polvo, suciedad, bebida y demás, pero mola, y mucho. Es quizá el mejor y más auténtico festival de nuestro país. No defrauda nunca y cada año atrae a más amantes de la diversión y la buena música. La de 2005 ha sido la décima edición (año de El Quijote y año de La Mancha) y de nuevo han batido un récord de asistencia con 65.000 personas (¡*@$?!). A ver quién supera eso.

Aunque no siempre cantidad significa calidad, en este caso sí es así. Siempre fieles a su fórmula: grupos solo españoles (menos Sepultura y Molotov), rockeros, metaleros y de hip hop. Algunos de éxito reciente aunque de calidad indiscutible (Bebe, La Excepción..) y otros plenamente asentados que se pueden clasificar como clásicos (Reincidentes, Los Suaves, SA, Solo los Solo..). Además reinó la buena climatología con noches frescas y mañanas nubladas, lo mejor para los festivales.

La organización se merece un sobresaliente por la cuestión básica y fundamental de los festivales: la puesta en marcha de los conciertos. Una palabra: impecable. La puntualidad fue aguda y afilada y era anunciada convenientemente en las pantallas de los escenarios principales.

 

Además, la colocación de los escenarios y espacios de actividades (comida, tickets…) se mostró de nuevo como la más acertada y eficaz. Cuatro escenarios, un polideportivo de rock, una carpa dance, una carpita hinchable de promoción de una marca de tabaco con house, la zona de comida, y el festival Artenativo (los puestecillos). Los escenarios principales, estaban uno junto al otro y cuando tocaba un grupo en uno, en el otro lo ponían todo a punto.

 

El precio sigue siendo muy adecuado. 50 euros los tres días. Recuerdo cuando fui en el 2000 que fue de unas 3.000 pesetas cuando otros ya superaban las 10.000 cuquis de entonces.

Bienvenidos a nuestro mundo, la llegada el viernes a la villa manchega de Villarrobledo fue tardía. El trozo largo de carretera general que hay que recorrer para llegar al pueblo le hace a uno perder bastante tiempo, pero es más que preferible, carreteras más lentas y silenciosas antes que enormes autovías. Una vez en el pueblo había que esperar en la enorme cola de coches para llegar al recinto, pero pasó rápido. Daba tiempo a orinar en el lado mientras el, en este caso la, acompañante tomaba el volante… me encanta cuando las mujeres conducen bien.

Montar la tienda: de noche, cansados, sin cenar… pero es divertido, menos cuando no hay manera de clavar las piquetas, ¡vaya clásico! El hecho de que la zona de acampada fuera el parking al mismo tiempo, resultó ser bastante cómodo. Aunque ahora que me acuerdo: un poco de vigilancia no vendría mal ya que a servidor le picaron una linterna cojonuda que tenía y… unos condones (¿por qué! Vaya ganas de joder).
Se oía de lejos a la Bebe cantando sus temas y algo sorprendente: cantó, en su estilo, fragmentos de Jesucristo García de Extremoduro. Aunque no la pude ver, sí la oí, y creo que fue un acierto de la organización incluirla en el festival, además ella seguro se sintió en su salsa. Es más de aquí que de la tele (malo, malo…).

A por la pulsera, ritual festivalero donde los haya. Simpáticos y eficaces aunque un poco desordenados. En la caseta no había horarios de los grupos, en los próximos días solo los vería en manos de otros, y curiosamente a nadie se le caía ni olvidaba en el suelo.

A la entrada ya del propio festival había una pequeña aglomeración de cinco minutos. Los de seguridad registraban en busca de objetos contundentes y cristal pero se les veía más preocupados por los que intentaban entrar sin pagar, generalmente a empujones o mediante la llamada avalancha. Era difícil por las estructuras de protección y la cantidad de vigilantes. Yo mismo presencié un enfrentamiento y persecución de varios punkis colones. El punki, muy agresivo, más que colarse lo que parecía era querer arrebatarle cualquier objeto al segurata: móvil, porra, jersey.. Este mantuvo una sorprendente calma a pesar de estar en minoría y bajo la atenta mirada de los que sí habíamos pagado pero poco nos importaba que se colaran estos personajes extraños y poco sociales con los que no son como ellos… siempre hay excepciones.

Ya dentro, ¡¡¡a disfrutar!!! Mi memoria me traiciona y es difícil asignar los grupos a las distintas jornadas. Pero en la cola creo que nos perdimos La Excepción que me hubiese encantado ver. Unos minutos escuchando Boikot, un par de birras y a escuchar Def Con Dos, gran grupo combativo de los ´90 con su manida pero eficaz fórmula. Tantos discos tienen publicados que uno cree que se sabe muchas de las canciones pero luego se descubre uno inventando las sílabas mientras las dicen los cantantes.

Tras ellos y con puntualidad inglesa comenzó Molotov en el escenario contiguo. Luego Reincidentes casi hasta las cinco de la mañana, para los que les guste, yo personalmente me fui con las minorías a escuchar y bailar ritmos electrónicos. A costumbres que están ya muy arraigadas…

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Reincidentes 

Al día siguiente, sol de tarde y resaca pero unas ganas de juerga increíbles. Mojo Project, Su ta Gar, Los Delinqüentes, Los Suaves, Sepultura… arghhh!! Para los que les gustan los brasileños decirles que no defraudaron, se tocaron las mejores (Orgasmatron, Chaos a.d., Roots, Desperate Cry, Refuse Resist…).

A medianoche Sociedad Alkolika. Sin palabras. Cuando nada vale nada, Ratas, las mejores… y de despedida… Nos Vimos en Berlín, todo un himno. Fieles a su rabia y mala leche que combinan a la perfección con la calidad musical y el buen rollo. En las pantallas, a las que se podían mandar sms, se inició un debate entre unos y otros con insultos incluidos, el tema: ETA. Unos que sí, otros que gilipollas y otros que gora… La gente se expresaba, a un euro por opinión. Parece que a SA les persigue esta sombra tras la anulación de conciertos y querellas que sufrieron hace un año, cuando yo los situaría ideológicamente en un antisistema combativo y sin banderas. Ellos se sacudieron el polvo al decir "todos terroristas, hasta los cocineros".

Y más y más grupos, carpas, dejays, raves zapatilleras en el parking, parques sombreados, puestecillos de bocatas y bebidas, a partir de cierta hora y antes de que el sol nos recordara por enésima vez que ya era de día, todo esto se convirtió en un laberinto de personajes del fin del mundo y almas que flotan entre los efluvios de la música y el placer sin límites… Me encanta este mundo.

Remarcable el buen humor de los lugareños que en improvisados garajes o locales familiares montaron sus paellas, bocatas, y bebidas a buen precio y mejor calidad.

El último día, sólo un escenario y a la camita a las 2 que ya es suficiente. De nuevo el Viñarrok nos ha encantado a todos, que sigan así, que no cambien, les amamos, son nuestro mundo…

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