Hay vida después del esquí

No se dan aquí los excesos del postureo del chiringuito de playa, pero la alta montaña tiene cada día más reclamos para sucumbir a la ‘dolce vita’, aunque sea a gélidas temperaturas. Las estaciones de invierno ofrecen experiencias cálidas para todos los públicos, incluidos los no esquiadores. Desde grandes conciertos a picnics en la nieve bajo la luz de la luna y atracón de ibéricos y grandes reservas, pasando por safaris en moto de nieve o inmersiones termales… pida, que la montaña se lo da.

El grupo Aramón ha preparado más de 100 eventos en sus estaciones para esta temporada. En Formigal-Panticosa (ambas están unidas desde el año pasado), este año puede probar el ‘segway’ sobre la nieve. Más tradicional es el ‘tobogganing’ nocturno o descenso en trineo clásico de madera por una pista iluminada de 2,5 kilómetros de largo. ¿Una velada romántica en una cabaña a más de 2.000 metros de altura? También es posible: las carnes a la brasa, el potaje montañés y los postres caseros le esperan al anochecer en La Glera, a la que sólo se puede acceder en ‘ratrack’ (máquina pisapistas).

Novedades de esta temporada son también la chocolatería para terminar la jornada de esquí a golpe de churros y porras, y ese restaurante barbacoa donde disfrutar de un buen chuletón. Sin olvidarnos de Marchica, con DJ, conciertos de grupos y fiestas ya legendarias que hacen temblar los Pirineos. Para los ‘foodies’, este año Formigal tiene previstas concentraciones de ‘foodtrucks’ y demostraciones culinarias con renombrados cocineros para aderezar aún más la aventura invernal.

En Sierra Nevada el ‘après-ski’ es inabarcable. La estación granadina cuenta con mil y un cartuchos para quemar en la montaña sin necesidad de calzarse los esquís. Toboganes deslizantes con roscos hinchables, una montaña rusa sobre raíles y trineos de nieve, excursiones guiadas sobre raquetas y motos de nieve para niños… Todos los sábados por la noche hay observación de estrellas en Borreguiles, un taller al que se accede en telesilla y que permite disfrutar de los astros en mitad del cautivador silencio de la montaña.

Es más que tentadora también la ruta en máquina pisapistas que sube al Pico del Veleta (3.398 m de altitud) para acariciar el techo de la Península. Desde ahí arriba, con un pequeño aperitivo casero de por medio, se vislumbra toda Granada iluminada y hasta la costa almeriense. Otra posibilidad es ponerse al volante de una de estas máquinas apisonadoras, algo que no es muy frecuente, para sentirse el verdadero rey de la pista. Sierra Nevada cuenta además con una renovada oferta de hoteles y spas muy atractivos para el ‘après-ski’. En El Lodge, un cinco estrellas que acaba de abrir sus puertas, encontrará la única piscina al aire libre en la estación, ideal para hacerse unos largos en agua caliente mientras se respira el aire fresco de la cordillera. Este chalet alpino construido en madera finlandesa dispone de un equipo de masajistas para relajar los músculos tras un día sin parar en la nieve. También abre sus puertas a todos los que simplemente quieran tomarse un ‘gintonic’ al lado de la chimenea.

Otro centro de bienestar recomendable en Sierra Nevada es el Nammu Areas Spa del hotel Vincci Selección Rumaykiyya, que incluye nuevos rituales y masajes indicados para la recuperación del cuerpo tras practicar actividades de invierno.

Y del sur al norte. En Grandvalira hace ya tiempo que la nieve no es dominio exclusivo de los esquiadores. La gran estación del Principado de Andorra ofrece hasta un forfait especial para realizar actividades alternativas. El básico incluye bautismo de esquí de fondo, ‘tubbing’ sobre enormes neumáticos, construcción de iglús, tiro con arco y paseo en raquetas de nieve. Los que busquen sensaciones más fuertes pueden añadir una ruta en moto de nieve por el bosque helado siempre con precaución porque, ya se sabe, son tan fáciles de conducir como de volcar. Muy demandados son los paseos en trineos tirados por huskies o ‘mushing’, ideal para los amantes de los perros y para descubrir los rincones más recónditos de la estación. Le enseñarán además cómo entrenan y cuidan de estos inteligentes animales. La oferta no acaba ahí. ¿Qué tal una sesión de ‘paintball’ en la nieve? ¿Y probar a conducir un ‘buggie’ en el hielo? ¿Y la tirolina más larga de los Pirineos? Ésta, por cierto, es la novedad de este año: un recorrido de 550 metros, 40 metros de altura y velocidades de vértigo que alcanzan los 80km/h. Para los niños el gancho es la tienda de juguetes Imaginarium que tiene su propio parque de actividades de aventura para rematar su jornada en la nieve. Montar en motos de nieve o deslizarse por carriles de ‘tubbing’ son algunas de las actividades que proponen.

Grandvalira ofrece además una experiencia bastante insólita en el sur de Europa: la posibilidad de dormir en un Hotel Iglú. Este alojamiento completamente helado se construye todos los inviernos cuando las temperaturas descienden lo suficiente. Se necesita cierto arrojo (o mucha curiosidad) para dormir a 0°, pero a las habitaciones, forradas de pieles, no les falta ni un ápice de encanto polar. El hotel consta de cinco iglús con capacidad para seis personas, equipados con sacos de dormir que soportan temperaturas de -20° C. Pero la noche sobre el hielo pirenaico tiene otros atractivos: hay bar, restaurante, terraza y hasta una zona de spa con baños de hidromasaje, sauna, vestidor y duchas. Por la mañana, será el primero en pisar las pistas de Grandvalira, que es también una experiencia única. Si pasar la noche a 2.350 metros de altura no le convence, siempre puede rendir una breve visita al iglú para cenar y meterse en el jacuzzi… para esto no le hace falta calzarse los esquís para nada. Ya le acerca la máquina pisapistas.

De vuelta en los Pirineos patrios, Baqueira Beret es desde siempre uno de los dominios con más solera y poder de seducción no sólo por la calidad de sus pistas, también por el gran abanico de planes que ofrece el Valle de Arán y todos sus pueblos, desde Viella al propio Baqueira, pasando por Artíes, Salardú o Tredós. Esta temporada, al Moët Winter Lounge, el animado chalet de madera en Orri donde tomarse una copa de champagne entre bajada y bajada, se une la primera vinoteca de la estación, la Baqueira Wine Bar by Viña Pomal. También emplazado en el hotel Montarto, el nuevo Drinkery Montarto está llamado a convertirse en la primera parada líquida del obligatorio ‘après-ski’.

A caballo por la nieve

La belleza de la estación y de todo el territorio aranés se puede explorar a golpe de trineo tirado por caballos, encima de unos esquís de fondo (modalidad para todas las edades y condiciones físicas) o subido a un helicóptero en un vuelo panorámico que deja sin aliento. Un clásico son ya las excursiones al refugio de Montgarri, bien en moto de nieve, bien en trineos tirados por perros, donde aguarda un menú degustación de delicias aranesas. La excursión se puede realizar por el día o bajo la luz de la luna. Es difícil, casi imposible, comer mal en este rincón pirenaico. La propia estación cuenta con una amplia oferta gastronómica, que incluye desde las socorridas ‘crêpes’ de Nocilla al mejor jamón de bellota y carnes ibéricas hechas a la parrilla en el 5J Grill Baqueira.

Ya fuera de pista, pueblos como Arties o la capital del valle, Viella son una mina de buenos y animados restaurantes, aunque en el mismo Baqueira, el Hotel La Pletaacaba de estrenar el nuevo restaurante La Raclette que ensaya los mejores platos de la cocina suiza. Hablamos de los quesos más afamados del cantón del Valais fundidos y acompañados de sus mejores aliados: bacon, patatas, ensaladas o embutidos… todo en un elegante ambiente de montaña. Rendirse a otros placeres es posible también en el Occitania Spa del hotel que propone nuevos tratamientos con productos naturales que utilizan como base la flora y los frutos del valle. Otro clásico del bienestar es el idílico Hotel Balneario Banhs de Tredòs, situado a 1.740 metros de altura, donde se puede realizar un circuito exterior rodeado de un manto de nieve. Cuenta con un reparador manantial de agua termal a 33° C. Todo muy merecido después de una dura jornada de deslices.

http://www.elmundo.es/vida-sana/viajes/2015/12/31/566aa41f46163f235e8b4591.html

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