Los GT son una especie de trineos de competición, con dos palas en los laterales y una en medio para la conducción, la cual se dirige con un volante. La gente de aquí se lo compra en Rossland para hacer unos descensos en la nieve muy especiales.
Todo el mundo había quedado en casa de nuestra amiga Karen para tomar alguna cosilla… La gente suele quedar en casa de alguien para beber y echarse unas risas, después cogen las motos de nieve y los GT y se dirigen a la montana. Nosotros estabamos ilusionados y con muchas ganas de pilotar un GT, porque habiamos oido hablar y nunca habiamos visto ninguno. Nuestros GTs fueron esponsorizados por la familia Richardson con quien estamos aquí en Rossland. (Gracias por todo family!!!)
Monte Cristo fue la montana elegida esa noche para realizar el descenso de unos cuatro Km. Mas que velocidad, estas carreras tienen adrenalina y diversión. La diversión no solo está en el descenso sino también en subir hasta arriba, ya que en la subida atas con una cuerda tu GT a la moto de nieve y te subes en él para ser arrastrado hasta la cima, la emoción y el peligro en la subida dependen de lo tronao que esté el que lleva la moto de nieve.
Subiendo: la cuerda que se te desata, otro que vuelca y se cae de su GT, la estela de nieve y humo que crea la moto nos impedía ver con claridad hacia donde dirigir el GT, uno casi lo perdemos por un barranquillo y otro casi se empotra contra un árbol. Una vez que todos los riders habíamos llegado a la cumbre empezó el descenso. Las reglas: solo hay una, divertirse a toda costa.
Pudimos ver que nuestros GTs no eran tan rápidos como los de los locals, ya que sus GTs estaban mejor preparados que los nuestros. Rápidamente nos quedamos solos en la inmensidad de la noche (que bonito es Canadá de noche) sólo se oia el sonido de los GTs en contacto con la nieve. Al doblar un par de curvas…Ahhhhhhhh!!! Joder que susto. Detrás de unos árboles se habían escondido los amigos canadienses que al pasar, nos derribaron de los GT de un empujón.
Ahí empezó una guerra y entre risas y empujones todos tratábamos de continuar el descenso. La meta en los GT no es llegar el primero sino pasárselo lo mejor posible. Cuando los participantes se distanciaban los que iban delante se escondían entre los árboles para hacer una enboscada a los que venían detrás.
Durante toda la bajada teníamos la intriga de si habría alguien detrás del siguiente árbol y nunca sabías por donde te podían sorprender. Esto hacía que la adrenalina no dejara de fluir durante todo el descenso.
Una vez abajo todo el mundo se reunió alrededor de una hoguera y continuaron las risas y las cervezas. Fue una gran experiencia por lo que nos llegamos a reir y a divertir y ya estamos ansiosos por volvernos a subir a otro GT.